El talón de Aquiles silencioso de las start-ups

Estadísticamente la mayoría de las start ups no son exitosas, después de un tiempo fracasan porque:

  • La idea que en la teoría parecía muy buena, en la práctica no lo fue.
  • No fueron capaces de ofrecer un producto o servicio que el mercado quisiera comprar.
  • El plan de negocios no resultó escalable.
  • Se quedaron sin financiamiento.

Pero hay un talón de Aquiles silencioso de las start ups que las hace fracasar del cual poco se habla y es:

  • La correcta elección de quienes van a dirigir el proyecto, más allá de los fundadores.
  • La falta de armado y trabajo en equipo.
  • No definir una cultura común.

Muchos proyectos tienen su origen en personas muy buenas en sus conocimientos “técnicos” pero no saben colaborar ni trabajar en equipo.

A veces hay de choque de egos, a ver quién es el más inteligente, y las peleas hacen que alguna persona clave salga del proyecto.

En otros casos el proyecto es creado por jóvenes emprendedores con poca o sin ninguna experiencia de management.

En los ejemplos descriptos las empresas fracasan por las habilidades humanas y no técnicas o económicas. Una buena metáfora para ver esto es el de los partidos de voley de verano en la playa donde las personas se acercan a la cancha y cuando se llegan a doce (seis por equipo) comienzan a jugar. Los que llegan luego esperan a ser seis jugadores y gritan “hay equipo”. Ahora viene lo mágico o fantasioso: lo dicen súper entusiasmados, incluso empiezan a hablar mal de los que están jugando, a decir como hacer para ganarles, arman una estrategia de como pararse en la cancha en base a sus alturas mientras esperan que alguno de los dos equipos que están jugando pierda.  Cuando entran, todo resulta muy diferente porque no son equipo, son un “rejunte” de personas que:

  • No se conocen.
  • No tiene estándares compartidos.
  • Se creían mejor de lo que eran.
  • Se juzgaron por la apariencia física de la primera impresión.

A los diez minutos perdieron 21-4 y salen cabizbajos.

Un grupo de personas no es un equipo, no lo es para jugar al voley en la playa y mucho menos lo es para dirigir una start up.

Lo que resulta menos comprensible, es que inversores profesionales de start ups que buscan proyectos novedosos y atractivos para que se conviertan en unicornios, no inviertan tiempo y dinero en:

  • Reclutar profesionalmente a aquellas personas que que se necesitan para complementar el equipo de fundadores.
  • Contratar a un coach profesional para que los acompañe.
  • Asegurarse que ese grupo de buenos profesionales que están contratando para ese proyecto se transformen en un equipo y funcionen como tal.

Se puede fracasar porque el negocio no fue viable, pero se puede evitar fracasar porque no haberse ocupado de  la elección de la gente y de que sean un equipo.

por Daniel Posternak y Gustavo Wurzel


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