Muchas veces al empezar los procesos de coaching, lo primero que tenemos que trabajar con mis coachees es la certeza.
En la escuela de Rafael Echeverría, usamos la definición de observador de enfoque único para aquella persona que cree que las cosas son tal como él las ve. De a poco con mis coachees, trabajamos la noción de que como él ve las cosas es tan solo, y nada más que como él las ve.
¿Pero qué quiere decir esto? Quiere decir que nuestra mirada es tan sólo una interpretación, una lectura, una perspectiva, una distorsión particular que es la de mi mirada, desde mis creencias, mis valores, mi historia.
@FredKofman en Metamanagement explica esta misma idea diciendo que cuando hablamos desde “la verdad”, desde la ilusión de que nosotros somos quienes de verdad sabemos como las cosas SON, y que lo que vemos es una verdad objetiva, independiente de nosotros como sujetos y observadores, solemos generarnos espacios de mucho sufrimiento para nosotros, para nuestros reportes, para nuestras familias, para nuestros sistemas en general. Fred dice: “quienes operan en el paradigma “yo tengo la razón”, suelen encontrarse en “guerras santas” contra los herejes que ven las cosas “en forma equivocada”.
Un primer paso para salir de estas verdades es dudar. Hacer el ejercicio creativo de pensar cómo se vería esta misma situación desde alguna otra perspectiva. Si soy líder, puedo tratar de pensar cómo se vería desde los zapatos de quien esta siendo liderado por mí. Si soy cliente, puedo pensar cómo lo verá mi proveedor.
En general, son procesos profundos los que van haciendo que un coachee pueda empezar a ocupar un espacio de duda, de humildad, de escucha desde el cuál pueda interactuar con mayor fluidez. Al principio muchos coachees se sienten enojados, me miran diciendo: pero de verdad, al menos en esta ocasión, ¿podemos coincidir en que yo tengo razón?
Poco importa quién tenga la razón, y más aún vaya uno a saber si esa razón existe. Lo importante es saber que lo más probable, es que el otro vea aquello que yo veo de forma diferente.
Y vos, ¿cómo lo ves?
por Fabiana Mejalelaty